En la boca del adulto existen 4 muelas llamadas “molares de los seis años”, se numeran 16, 26, 36 y 46 según el cuadrante de la boca en que se encuentren (figura 1
).
Estos molares asoman en la boca entre los seis y siete años de edad, colocándose detrás del último molar de leche (figura 2).
Es el primer
molar permanente y no reemplaza a ningún diente. Las madres no se
dan cuenta y no le dan la importancia que tiene, pues es el diente que
estará más tiempo en la boca. Sufrirá mayor número de agresiones que
ningún otro diente permanente. Es uno de los pilares de la oclusión.
Los primeros molares superiores (16, 26) nos hablan de deseo de
“crecer en la vida”, si sale mal o se inflama, nos acechan miedos y
desconfianza. El niño comienza a ocupar un lugar en la sociedad, se
relaciona en el colegio, conoce a otros niños, desea cosas y manifiesta
su sensibilidad. La imagen del padre tiene para él “poder y la
sabiduría”.
Los primeros molares inferiores (36,46) se relacionan con nuestro
apego al pasado y con experiencias vividas con fuertes emociones. Es la
melancolía que nos deja vivencias y experiencias, a veces, no
superadas. Éstos molares se corresponden en el cuerpo con el
triángulo que une ambas caderas y órganos sexuales (útero y ovarios
en la mujer).
La doctora Michelle Caffin, cirujano dentista, nos comenta en su libro
un caso clínico de una paciente de 40 años que no podía tener hijos.
Estaba siendo tratada sin éxito y deseaba la retirada de sus empastes
de mercurio. El molar 36 no podía salir a la superficie (estaba
bloqueado). Cuando intentaba recordar su infancia, se vió en la granja
de sus padres, entre los cinco y seis años, con las manos encima de una
jaula de gallinas tratando de impedir que las matasen cortándoles el
cuello. En su cerebro quedó grabad la relación entre el cuello y dar la
vida, su cuello uterino había quedado bloqueado, igual que su primer
molar de los seis años.
Si entre los 6 y 7años sufrimos la pérdida de un ser querido, el molar
de los 6 años puede quedar esclerosado(inmóvil), no pudiendo
erupcionar (salir). El inconsciente no reconoce la existencia de este
diente y dice: “No puedo existir porque un muerto se levanta delante
de mí”.
El número 6 es la Estrella de David ó sello de Salomón (figura 3) en la
tradición hebrea (israelí), formada por dos triángulos, la punta inferior
apunta a la tierra y es el agua, la punta superior apunta hacia el cielo y
es el fuego. Es la reunión de las dos polaridades masculina y femenina.
La persona logra el equilibrio cuando desaparecen los miedos (agua y
riñón) y transciende hacia el cielo buscando la sabiduría (aire y
pulmón).
El planeta 6 es Júpiter (figura 4) situado en el centro del universo.
Representa la autoridad, la justicia y la sabiduría. El simbolismo de
Júpiter se puede traducir por el velo izquierdo de Urano que se
distancia para desarrollarse en lo humano y espiritual.
La pérdida prematura de los primeros molares, sobre todo los
inferiores (36,46), trae fatales consecuencias en la oclusión dental
(mordida): la mandíbula se desvía, las vértebras del cuello se torsionan
y toda la columna se tuerce dando dolores de espalda, rodillas, caderas
y pies. Si perdemos alguno de estos dientes, es conveniente reponerlo
con una prótesis para evitar que los dientes próximos intenten cerrar
ese espacio y se produzca una “catástrofe oclusal”.